Estructura ósea
Los términos osteogénesis y osificación se utilizan a menudo como sinónimos para indicar el proceso de formación de los huesos. Las partes del esqueleto se forman durante las primeras semanas después de la concepción. Hacia el final de la octava semana después de la concepción, el patrón esquelético se forma en el cartílago y las membranas de tejido conectivo y comienza la osificación.
El desarrollo óseo continúa durante toda la vida adulta. Incluso después de alcanzar la estatura adulta, el desarrollo óseo continúa para la reparación de fracturas y para la remodelación para adaptarse a los cambios en el estilo de vida. Los osteoblastos, los osteocitos y los osteoclastos son los tres tipos de células que participan en el desarrollo, el crecimiento y la remodelación de los huesos. Los osteoblastos son células formadoras de hueso, los osteocitos son células óseas maduras y los osteoclastos descomponen y reabsorben el hueso.
La osificación intramembranosa consiste en la sustitución de las membranas de tejido conectivo en forma de lámina por tejido óseo. Los huesos formados de esta manera se denominan huesos intramembranosos. Entre ellos se encuentran algunos huesos planos del cráneo y algunos huesos irregulares. Los futuros huesos se forman primero como membranas de tejido conjuntivo. Los osteoblastos migran a las membranas y depositan matriz ósea a su alrededor. Cuando los osteoblastos están rodeados de matriz se denominan osteocitos.
Crecimiento óseo
El hueso es un órgano rígido[1] que forma parte del esqueleto de la mayoría de los animales vertebrados. Los huesos protegen a los demás órganos del cuerpo, producen glóbulos rojos y blancos, almacenan minerales, proporcionan estructura y soporte al cuerpo y permiten la movilidad. Los huesos tienen una gran variedad de formas y tamaños y una compleja estructura interna y externa[2], son ligeros pero fuertes y duros, y cumplen múltiples funciones.
El tejido óseo, también llamado hueso en el sentido incontable de la palabra, es un tejido duro, un tipo de tejido conectivo especializado. En su interior tiene una matriz en forma de panal que contribuye a dar rigidez al hueso. El tejido óseo está formado por diferentes tipos de células óseas. Los osteoblastos y los osteocitos participan en la formación y mineralización del hueso; los osteoclastos participan en la reabsorción del tejido óseo. Los osteoblastos modificados (aplanados) se convierten en las células de revestimiento que forman una capa protectora en la superficie del hueso. La matriz mineralizada del tejido óseo tiene un componente orgánico de colágeno principalmente llamado oseína y un componente inorgánico de mineral óseo formado por diversas sales. El tejido óseo es un tejido mineralizado de dos tipos, hueso cortical y hueso esponjoso. Otros tipos de tejido que se encuentran en los huesos son la médula ósea, el endostio, el periostio, los nervios, los vasos sanguíneos y el cartílago.
Hueso epifisario
En las primeras fases del desarrollo embrionario, el esqueleto del embrión está formado por membranas fibrosas y cartílago hialino. Hacia la sexta o séptima semana de vida embrionaria, comienza el proceso real de desarrollo óseo, la osificación (osteogénesis). Existen dos vías osteogénicas -la osificación intramembranosa y la osificación endocondral-, pero el hueso es el mismo independientemente de la vía que lo produzca.
El hueso es un tejido de sustitución, es decir, utiliza un tejido modelo sobre el que deposita su matriz mineral. Para el desarrollo del esqueleto, el modelo más común es el cartílago. Durante el desarrollo fetal, se establece un marco que determina dónde se formarán los huesos. Este armazón es una matriz flexible y semisólida producida por los condroblastos y está formada por ácido hialurónico, sulfato de condroitina, fibras de colágeno y agua. Como la matriz rodea y aísla a los condroblastos, éstos se denominan condrocitos. A diferencia de la mayoría de los tejidos conectivos, el cartílago es avascular, lo que significa que no tiene vasos sanguíneos que suministren nutrientes y eliminen desechos metabólicos. Todas estas funciones se realizan por difusión a través de la matriz. Por eso el cartílago dañado no se repara tan fácilmente como la mayoría de los tejidos.
Hueso tejido
Cuando se pierde un diente y no se sustituye, la remodelación ósea rellenará gran parte de la cavidad. Aunque la remodelación será evidente en pocas semanas (especialmente al sonreír), el proceso continuará durante algunos meses.
Los huesos son órganos rígidos que forman parte del endoesqueleto de los vertebrados. Sostienen y protegen los distintos órganos del cuerpo, producen glóbulos rojos y blancos y almacenan minerales. El tejido óseo es un tipo de tejido conectivo denso que parece estático, pero en realidad se remodela constantemente a lo largo de la vida del organismo vertebrado. Esto ocurre con la acción sincronizada de los osteoclastos y los osteoblastos, células que reabsorben y depositan hueso, respectivamente. La remodelación ósea también se produce en respuesta a un traumatismo, como por ejemplo tras una fractura accidental o la colocación de implantes dentales.
La osificación intramembranosa se produce principalmente durante la formación de los huesos planos del cráneo, así como de la mandíbula, el maxilar y las clavículas. El hueso se forma a partir de tejido conectivo, como el tejido del mesénquima, y no de cartílago. Los pasos de la osificación intramembranosa son: